SRI HAMSADUTTA

 

¡Oh, si mi corazón se convirtiera en la morada del eterno y cautivante Señor Sri Krishna! Las plantas de Sus pies son de un hermoso color carmesí, semejante al de las flores de jaba. Su cuerpo está decorado con exquisitas sedas amarillas, aún más deslumbrantes que el oropimente. Su rostro de loto, decorado con una graciosa sonrisa, irradia sin cesar la más extraordinaria e indescriptible belleza.

Desde aquel día en que Krishna abandonó el hogar de Su padre, el Rey Nanda, y partió hacia Mathura acompañado de Akrura, el hijo de Gandhini,  Srimati Radharani se sumergió en el insondable río de los recuerdos, inundado por las aguas del sufrimiento y muy temido por las turbulencias de sus remolinos.

Un día, Srimati Radharani se dirigió al Yamuna, acompañada de Sus queridas amigas gopis, con la intención de extinguir el fuego de la separación que la quemaba. De repente, al ver la cabaña donde solía encontrarse con su amado Krishna, quedó profundamente absorta en Sus trascendentales recuerdos amorosos.

Al verla sufrir de esa manera, Su amiga Susupti —cuyo nombre significa ‘sueño profundo’— se acercó y la hizo dormir para protegerla de la agonía de los recuerdos. Las sakhis, las amigas de Sri Radha, levantaron en brazos Su cuerpo inerte y delicadamente lo reclinaron sobre un lecho de capullos de lotos.

Todas la rodearon con premura y la abanicaron con fragantes hojas de loto. Debido su intenso afecto por Radharani, las sakhis se llenaron de temor, pensando que una gran calamidad se cernía sobre Ella. Desoladas, rompieron a llorar. Tan profuso era su llanto y tan copiosas sus lágrimas, que originaron en las aguas del Yamuna  enormes olas que rompían cada vez más alto.

Lalita sostuvo a la exánime Sri Radha sobre su regazo, y, con la hoja de loto que usaba para abanicarla, roció algunas gotas de agua del Yamuna sobre Su pálido rostro. Cuando la bella Radha mostró el más leve indicio de aliento vital, las sakhis, reconfortadas, celebraron jubilosas.

Lalita colocó otra vez a Srimati Radharani sobre el lecho de lotos y se dirigió al Yamuna a buscar agua fresca para darle de beber. Inesperadamente, vio a un hermoso cisne que se acercaba a ella con gracia excepcional, emitiendo un dulce sonido.

Entusiasmada con la visión de ese cisne encantador, Lalita le dio la bienvenida con el debido respeto. Al acercarse al ave con pasos ligeros, iban creciendo sus esperanzas. Aquel cisne podría ser el mensajero perfecto para informar a Krishna, en Mathura, del estado de tristeza y desconsuelo en el que se habían sumido las gopis.

Lalita no soportaba la idea de que Krishna se hubiese marchado a Mathura, de una manera tan cruel, abandonando sin piedad alguna a la bella Radha y a las otras pastorcitas de vacas. Absorta en estos pensamientos de amorosos celos e inconformidad, Lalita le transmitió al cisne los deseos y las esperanzas de su corazón.

Nadie debe extrañarse de que ella apelara a un simple animal, porque la naturaleza de Krishna Prema es tal, que llena de inocencia el corazón. Entonces, el devoto comienza a ver a Krishna por doquier y confía en todos. Con este sentimiento, Lalita le expresó al cisne: “Oh, Rey de las aves, que resides en las aguas puras de los lugares santos de peregrinaje. Tú te alimentas de los tallos de loto y no sientes el menor interés por lo efímero de este mundo. Por esa razón se te conoce como una gran alma. Con esta convicción, y confiando en tu magnanimidad, te imploro que me ayudes. Soy una mujer débil y desconsolada. Sé generoso conmigo y ayúdame, porque quien busca el refugio de una persona tan noble, jamás será defraudado.

Krishna es famoso por su naturaleza romántica, pero nosotras sabemos que sólo es un engaño. Desde hace mucho tiempo, Él nos relegó al olvido y se fue a residir felizmente en la ciudad de Mathura. Mientras tanto, nosotras somos constantemente abrasadas por el inclemente fuego de la separación.

¡Por favor apiádate de nosotras! Despliega tus alas y vuela raudo a Mathura, sin demora. Infórmale a Krishna la triste condición de nuestros atormentados corazones. ¡Oh querido cisne! Yo te doy mis bendiciones para que tu travesía a Mathura sea feliz y sin contratiempos. Dios te allanará el camino. ¡Por favor ten compasión de nosotras y no demores ni un instante más! Extiende tus alas en el cielo y vuela con gozo en el corazón. Permite que los traviesos hijos de los pastores de vacas corran en pos de ti, cautivados por tu alto vuelo.

¡Oh Rey de las aves! Por favor escucha con atención, porque voy a explicarte cómo llegar a Mathura: Sigue el célebre camino por donde el cruel e insensible Akrura, se llevó presuroso al joven y bello Krishna, el dueño de nuestras vidas. ¡Oh generoso cisne! Sigue el sendero por donde verás a las gopis exhaustas y desfallecidas, con las mejillas bañadas por las lágrimas que manan de sus ojos cual cascadas. Ellas permanecen allí, sufriendo, inmersas en el intenso deseo de reunirse con su amado. Sigue el sendero marcado con las ruedas de la carroza que se llenó de júbilo debido al contacto de los pies de loto de Krishna. ¡Oh  amigo mío! Bebe de la fragante agua del Yamuna, tan azul como la fruta jambu. Come, hasta saciarte, los tiernos tallos de los lotos, tan suaves y refrescantes como el alcanfor. Luego, antes de proseguir tu viaje a Mathura, descansa bajo la agradable sombra de aquel árbol de frondosas ramas.

¡Oh amigo de hermosas y suaves plumas! Cuando la carroza conducida por Akrura se llevó al Señor de nuestros corazones, las gopis la siguieron por largo trecho, lamentándose y llorando lastimeramente. Sigue el camino que ellas recorrieron aquel día y alcanzarás la más elevada perfección de la vida espiritual, ¡te lo garantizo! Sin duda alguna, serás considerado un “paramahamsa”.

¡Oh querido cisne! Un día, mientras nos bañábamos en el río Yamuna, Krishna robó furtivamente nuestras ropas y trepó a la copa de un árbol kadamba. Entonces nos hizo revelar el secreto de nuestro amor por Él. Puedes descansar apaciblemente en las ramas de ese árbol, cuyas frondosas hojas impiden la entrada de los abrasantes rayos del sol.

En ese lugar, Krishna exhibió la belleza plena de Su encantadora forma, la cual pudo ser admirada desde todas las direcciones. Luego, tocando muy dulcemente en una simple flauta, Él dio inicio a la asombrosa danza rasa. Cuando la flauta besó Sus hermosos labios rojos, esparció por doquier olas de suprema bienaventuranza. Krishna llevaba en Su cabeza una corona adornada con plumas de pavo real. Su cuerpo, oscuro como los árboles tamala, se ataviaba con una preciosa tela de seda amarilla, tan refulgente como el oro. ¡Ah, cuánta dulzura y belleza sin par manifestó Krishna aquel día!  ¡Cuán dulce era el sonido de Su flauta!

Ese lugar donde Krishna exhibió su Rasa-lila, está decorado con el negro almizcle que destiló de los cuerpos de las gopis mientras danzaban, absortas en los divinos pasatiempos amorosos con Su Señor. Ese bendito lugar donde las gopis danzaron en círculos, aún  reluce con el polvo de las flores malati. ¡Oh cisne! Al ver el Rasa-sthali, el lugar donde se efectuó la danza rasa, vas a saborear la ambrosía de la bienaventuranza divina.

Cerca del bosquecillo donde se llevó a cabo la danza rasa está el recinto donde Govinda Krishna manifiesta Su pasión sin reservas. Las enredaderas de flores madhavi lo cubren con su refrescante sombra. Te aconsejo que no poses tus ojos en ese lugar cautivador, no sea que irrumpa en tu corazón la bienaventuranza celestial y decidas permanecer allí, olvidando tu propósito de ir a Mathura. Si eso aconteciera, nosotras moriríamos. ¡No! ¡No! ¡No me hagas caso! Recrea tu mirada en ese lugar maravilloso, donde Krishna lleva a cabo Sus más íntimos pasatiempos de amor, porque esa visión purificará tu corazón. Aunque tu tardanza interfiera con nuestros deseos, no sería en vano, porque lo único valioso en esta vida es relacionarse con todo lo que nos hace conscientes de Krishna.

Cuando escuchaban las irresistibles notas de la melodiosa flauta de Krishna, las gopis corrían presurosas a la Colina de Govardhana para encontrarse con Él. En la colina había muchas cabañas, decoradas con flores fragantes, exclusivamente para el disfrute de Krishna en la íntima compañía amorosa de las gopis. Govardhana es testigo de todos estos pasatiempos divinos.

Puesto que Govardhana es el bienqueriente de las vacas, Krishna llevaba allí Su rebaño para apacentar y solía tumbarse con deleite sobre las enormes rocas de esa colina, tan querida para Él. ¡Oh cisne!, alimenta tus ojos con la visión de esa colina. Desde la primera mirada, ella producirá en ti un inmenso placer trascendental. Debido a que fue tocado por la mano de Krishna, Govardhana se convirtió en un experto conocedor del rasa, la ciencia de las relaciones divinas entre el Señor y Sus devotos.

Nosotras, las gopis, afirmamos que la Colina de Govardhana es la más grandiosa de todas las montañas de la tierra, ¡de eso no hay duda! Govardhana estableció la grandeza de su nombre cuando venció al enemigo de su clan, el temible Indra, quien cortó las alas de las montañas para que no pudiesen volar, como previamente lo hacían.

Al pie de Govardhana hay un árbol tamala que produce una intensa agitación en las mujeres de la región. Al ver ese árbol, sus cuerpos se llenan de pasión debido al constante recuerdo de Govinda Krishna. Cuando pases volando sobre ellas, el viento originado por el batir de tus alas, humedecidas por las aguas del Yamuna, las reconfortará de inmediato aunque sea por un solo instante. No muy lejos de allí hay un bosque de árboles kadamba. En ese bosque, el amante de Sri Radha exhibe Su incomparable destreza para tratar con las gopis de una manera muy sugestiva, y les cobra impuestos en un humor de amorosa polémica. Si te detienes para descansar a la sombra de esos árboles, aunque sea por un instante, experimentarás la más extática bienaventuranza. De no ser así, tu reputación como aquel que disfruta de los rasas, sería infundada. En las periferias de Vrndavana verás el esqueleto disecado del demonio Aristasura, de un color blanco azulado como las nubes del otoño. Los sirvientes de Kuvera, el tesorero del cielo, y los acompañantes de Shiva, con frecuencia confunden esos huesos fosilizados con el Monte Kailash, e intentan subir a la cima.

La condición de las gopis se tornó sumamente crítica debido a la separación de su Señor. Al verlas, incluso se podría pensar que ya no tienen vida. Yo te pido humildemente que prosigas hacia Mathura, emitiendo un sonoro graznido. Las gopis confundirán tu canto con el sonido de las ajorcas de Krishna, y al escucharlo, les serán restituidos sus aires vitales.

Mi querido mensajero, yo te pido que pases algún tiempo en las ramas color azul profundo del árbol Bhandira, el cual resplandece de una manera tan bella bajo los rayos del sol. Cuando te poses allí y te iluminen los refulgentes rayos del sol, parecerá como si el propio Señor Narayana hiciera Su aparición, sosteniendo en Sus manos la caracola y el disco, dispuesto para abarcar todo el cielo en Su forma de Trivikrama. En esta celestial visión, el árbol es comparado con Narayana, el cisne con Su caracola y los rayos de sol con Su disco.

 

¡Oh el más diestro de los cisnes! También debes pasar por el lugar donde la hierba fue rociada con las lágrimas de amor puro que manaron profusamente de los ojos del Señor Brama, mientras glorificaba a Krishna. Al verte, las sílfides del bosque creerán que el propio Brahma ha regresado sobre el cisne que lo transporta.

Cuando Krishna luchó contra la serpiente Kaliya, las gopis corrieron al Yamuna llenas de ansiedad, para ver lo que ocurría. Pero el camino se tornó muy resbaloso debido a las lágrimas que fluían de sus ojos cual cascadas. Como no podían avanzar con paso firme, tropezaban y caían al suelo. La angustiada condición de las gopis se acrecentó hasta lo infinito por causa de esta demora; y la intranquilidad de sus mentes era tal, que resulta imposible describirla. En realidad, Murari Krishna sólo estaba danzando sobre las cabezas de la monstruosa serpiente, haciendo galas de Su heroísmo y talentos sobrehumanos. Cuando los rojos rubíes que decoraban las cabezas de la serpiente, cayeron en las aguas azules del Yamuna, crearon en ellas un hermoso efecto de tonalidad violeta. ¡Oh, querido cisne! Bebe de esas aguas sagradas, perfumadas con el fragante polen de los árboles kadamba que se yerguen en sus riberas. Cerca del lago donde habita Kaliya encontrarás a Vrinda Devi, quien reside allí en la forma de una planta de Tulasi. Su cuerpo se ha marchitado debido al fuego de la separación de Krishna; y cuando en sus ramas afloran nuevos capullos manjaris, sus lamentos se incrementan, porque Krishna no está allí para disfrutar de ellas trascendentalmente. Tulasi Devi es la única que puede comprender la magnitud del sufrimiento de las gopis y por lo tanto deberás ofrecerle tus respetos con suma humildad y reverencia.

Luego pasarás por once bosquecillos de Krishna, donde las melodías de los pavos reales resuenan muy dulcemente. Por último llegarás al duodécimo bosque, conocido como Madhuvana, donde multitudes de árboles de mango entretejen sus copiosas ramas para brindarle refrescante sombra. Allí se levanta, en toda su gloria, la capital de la dinastía Yadu, cuya fama purifica la tierra. En esa ciudad verás suntuosas mansiones, tan altas y gloriosas como el Monte Kailash, adornadas de manera encantadora con pilares de piedras preciosas de las más diversas tonalidades. Los magníficos jardines resplandecen con árboles exuberantes y flores hermosas. Te placerá ver la encantadora morada de los Yadus, engalanando las bienaventuradas orillas del Yamuna. En algún lugar de la ciudad de Mathura verás a Nandishvara, el toro que transporta al Señor Shiva, apacentando en suaves y tiernos pastos. También verás por allí al cisne del Señor Brahma, alimentándose con tallos de flores de loto. En otro lugar podrás ver el pavo real que transporta a Karttikeya, atrapando serpientes venenosas. Y verás al elefante Airavata, el transportador del Señor Indra, masticando con deleite las hojas del árbol sallaki.

Cuando Krishna hizo su entrada triunfal en Mathura, las damas de la ciudad comentaban entre sí: ‘¡Oh querida!, ¿acaso no sientes que tus vestimentas se han aflojado? ¿No ves que las gemas de tu collar se desgranan una a una y caen al suelo? Las conversaciones y comentarios sobre las gloriosas hazañas de Govinda Krishna te han embriagado de tal manera, que hasta las rameras del pueblo se burlarán de tu reputación de mujer casta, la cual has obtenido con tantos esfuerzos’.

Otra bella dama de Mathura exclamó: ‘¡No seas necia! No hay necesidad de acicalarme tanto en estos momentos. ¡Acaba ya! Sé muy bien que mi pie izquierdo aún no ha sido decorado con bermellón, pero tengo que irme sin demora. Ya puedo escuchar la barahúnda suscitada por multitudes de mujeres que han salido a las calles para ver a la personificación de Cupido. Ese encantador Cupido ha venido de Vrndavana y en estos momentos está pasando por aquí.’

Otra doncella, con sus ojos fijos en Krishna, expresó: ‘Cuando el vencedor de Kamsa, quien está adornado con bellas flores ashoka, conduce Su carruaje, Sus miradas inundan de éxtasis las calles de la ciudad’. Al escucharla, sus compañeras exclamaron: ‘¡Oh, querida amiga!, ¿Por qué nos haces a un lado para adueñarte de toda la ventana y mirar fijamente a través de ella? ¿No nos permitirás ver aquello que tú estás viendo? Querida amiga, ¿qué buscan tus ávidos ojos en el vacío? ¿Qué te hace permanecer aquí, sentada a solas y completamente absorta? No prestas oídos a las palabras de tus amigas. ¡Oh doncella de ojos semejantes a los lotos! Por tus gestos deducimos que el juvenil Krishna, cuya tez es del color de una bella nube recién formada, está pasando ante tus ojos. Querida amiga, no permitas que las lágrimas rueden por tus mejillas, incontenibles, porque Krishna muy pronto aceptará tus amorosas miradas.’

Así hablaban entre ellas las damas de Mathura, el día en que Krishna llegó a la ciudad.

¡Oh, querido cisne!, las mujeres de Mathura pueden contemplar siempre la eternamente bella y placentera forma de Krishna y saborear así la bienaventuranza celestial sin reservas. A ellas no les importa si agobian a las pastorcitas de Vrindavana con una carga de interminables calamidades. Indudablemente te alegrará ver la belleza de esas mujeres y tus ojos obtendrán satisfacción plena.

¡Oh, apreciado cisne!, cuando pases por el palacio de los Vrishnis, encontrarás el camino que conduce al interior de la residencia
de Krishna, célebre por su extraordinaria arquitectura. Las incontables banderas que ondean al viento y decoran el cielo, incrementan su exquisita magnificencia. Una infinidad de cisnes de cristal, con sus picos engastados con gemas preciosas, pueblan las cúspides de las torres de ese palacio maravilloso. Cuando el Señor Brahma visita la ciudad, su transportador, el cisne, piensa que esos cisnes son sus hermanos y los saluda con el debido respeto.

Hace algún tiempo, las gopis le confiaron a Uddhava la encomienda de llevarle a Krishna una pareja de loros, para que Él las recordara. Por las calles de Mathura aún se escucha a esa parejita de loros repitiendo ciertas conversaciones de Vrindavana. Uno de ellos, simulando el humor de Sri Radha, exclama: ‘¿Cuándo volveré a ver al héroe que dio muerte al demonio Mura? Las gopis no han logrado encontrarle, aunque lo han buscado incansablemente en los bosquecillos a orillas del Yamuna, donde seguramente fue a esconderse. ¡Oh amiga mía!, ¿Volveré a tenerle ante mí, con la adorable sonrisa que iluminaba Su rostro al verme? ¡Ay! ¡Esa sonrisa era tan encantadora, que inundaba de bienaventuranza todo el universo!’ Al escuchar estas lamentaciones, el otro loro imita mi voz y dice: “¡Oh Radhe! Aleja de ti ese humor tan depresivo. Krishna prometió regresar, y Él no nos mentiría. Muy pronto la luz de tu corazón se reunirá contigo una vez más, luciendo en Su cabeza una flamante pluma de pavo real.” Así repiten los loros, en Mathura, nuestras conversaciones en Vrindavana.

En la cúspide del Palacio de Krishna, verás cómo ascienden en espiral, cual enredaderas, las nubes formadas por el humo del incienso. Tan oscuras y azules son, que los pavos reales las confunden con nubes de lluvia y las saludan alborozados. ¡Oh, cisne prudente! Si al ver esas nubes sientes temor de los rayos característicos de la temporada de lluvia, y te asalta el impulso de volar hacia Manasarovar como hacen otros cisnes en esa época, me convenceré de que has estado asociándote con personas de escasa inteligencia.

 

No te detengas y prosigue hacia el interior del palacio, donde están los aposentos privados de Krishna. Allí encontrarás bellísimas columnas de cristal y ventanas adornadas con oscilantes borlas de perlas. Bordeando los muros, verás escenas de los pasatiempos del décimo canto del Srimad Bhagavatam, grabadas en oro. Al final del corredor que conduce a los aposentos privados de Krishna, encontrarás una percha para aves, con incrustaciones de esmeraldas. Allí duermen apaciblemente los pavos reales durante la noche. Tú también puedes descansar allí, libre de ansiedad, aguardando el momento oportuno para hablar con el Señor de los Yadus.

¡Oh querido cisne!, desde ese lugar privilegiado podrás ver a Krishna, quien es la fuente de toda la belleza del universo, en Su lecho cubierto con espléndidas y refulgentes sábanas de seda blanca. Él descansa allí, levemente reclinado sobre el costado izquierdo, apoyando Sus codos sobre suaves almohadones tan relucientes como la luna. Sobre Su mejilla reposan graciosamente encantadores zarcillos enjoyados en forma de delfín. El esplendor de Sus vestimentas de sedas eclipsa el brillo del oro y el matiz negruzco de Su cuerpo produce más deleite que las oscuras aguas del río Kalindi. Si por fortuna logras contemplar la incomparable belleza de Mukunda, en todo su esplendor, la más exquisita ambrosía inundará tus ojos y saborearás el éxtasis más embriagador.

Sentado cerca de Krishna estará Bikadru, uno de los ancianos de la familia, entonando conmovedoras canciones extraídas de los Puranas. El desalmado Akrura, cuyo nombre hace estremecer de temor el pecho de las gopis, se hallará junto a una magnífica columna, recitando la historia de los kurus con lujo de detalles. También verás a Satyaki, el más glorioso guerrero del Clan Sini de los Yadus, y al renombrado Kritavarna, ambos abanicando a Krishna con gracia incomparable. Uddhava, el discípulo de Brhaspati, seguramente estará de rodillas sobre el piso dorado, masajeando los pies de loto de Krishna. También hallarás a Garuda, con sus manos juntas y el corazón lleno de amor y veneración, aguardando órdenes para volar a algún lugar. Cuando este pájaro colosal remonta vuelo para ir a cumplir una misión, los estudiantes de la ciudad interrumpen sus debates sobre la correcta pronunciación del sánscrito, sólo para escuchar el batir de sus alas.

Si una persona tan ingeniosa como el Señor Brahma se siente incapaz de describir la belleza de una sola uña del pie de Krishna Damodara, ¿cómo podría una mujer como yo anidar la esperanza de describirla apropiadamente? Sólo me aventuro a hacerlo porque Su trascendental encanto definitivamente ha trastornado mi inteligencia. Los pies de Hari refulgen esplendorosamente, con gracia sin igual. El mismo Señor Brahma, mientras oraba profundamente arrepentido de haber robado las vacas y los pastorcitos de Vrndavana, cayó postrado ante esos pies de loto y cubrió las puntas de los dedos con la cúspide de su corona. El prudente sabio Narada se lamenta por las almas que han logrado la liberación, pero han sido privadas del inefable éxtasis que se alcanza simplemente por mirar los pies de loto de Krishna, aunque sea un instante. Las flores de loto envidian el color rosa que irradian los pies de loto de Krishna y por eso hicieron el voto de vivir en el agua, como una austeridad para obtenerlo. ¡Gloria, gloria a la estación del invierno! Ella viene año tras año para castigar el comportamiento inapropiado de los lotos, hasta que éstos se marchitan y finalmente mueren.

 

El lustre de las piernas de Krishna opaca el esplendor del color verde esmeralda del árbol del banano. Los inquietos corazones de las gopis están encadenados a esas piernas divinas, tal como un inquieto elefante salvaje es encadenado por la fuerza a una sólida columna. ¡Oh el más querido de los pájaros! El lago del ombligo de Madhusudana Krishna es la primordial fuente de vida para los ojos de las gopis, los cuales son como pececillos inquietos. Antes de la creación de este universo, en ese lago creció un loto; y en el tallo de ese loto fueron situados los catorce mundos. También el Señor Brahma nació en el centro de ese loto.

Cuando las mujeres más bellas de toda la creación contemplan el pecho de Krishna, Cupido aparece en sus mentes al instante. En el pecho de Krishna reposa la gema kaustubha; y aunque esa joya reluce más que millones de soles juntos, en el refulgente pecho de Krishna parece una pequeña luciérnaga. Los brazos de Krishna son más brillantes que dos columnas de zafiro engastadas con gemas preciosas, y la refulgencia que de ellos emana disipa la oscuridad en todo el universo. Con esos brazos Krishna aniquiló al demonio Keshi y aún lleva la marca de los dientes del demonio en Sus bíceps, como un ornamento. Con esos brazos, que emiten el aroma del almizcle, Krishna solía rodear los cuellos de las gopis.

El bello rostro de Krishna conquista el imperio de las maravillosas olas de nectárea belleza que bañan el universo entero. Su dulce sonrisa es la fuente siempre fresca de la más ambrosíaca dulzura y revela preciosas ristras de dientes perfectos que relumbran como perlas. Sus cejas danzan como una enredadera a merced del viento, insinuando que Él permanece felizmente absorto en románticos pensamientos. ¡Oh Cisne! Cuando vayas a Mathura, tendrás la inmensa fortuna de contemplar ese rostro divino.

¡Oh amigo mío! Resumiendo, esta es la esencia y sustancia de todo lo que te he dicho: Krishna, el héroe que dio muerte al demonio Madhu, inunda de amor divino el corazón de aquel que obtenga la más leve visión de Su encantadora Persona Suprema.

“¡Oh querido amigo! Gracias a tus propias experiencias con tus amigas cisnes, cuyo canto es muy dulce, conoces bien las intrigas del corazón. Cuando llegues a Mathura, quizás encuentres a Krishna absorto en galanteos con otras doncellas, con las que se ha relacionado desde que llegó a esa ciudad. De ser así, no le digas nada acerca de nuestro sufrimiento, porque Él no estará interesado en éstas simples aldeanas. La persona que ha probado néctar jamás querrá dejarlo para tomar suero.

¡Oh amigo de hermosas plumas! Si por el contrario lo encuentras rodeado de avecillas que cantan melodiosamente, o si la brisa sopla suavemente, transportando el fragante aroma de las flores de Govardhana, y si todas esas cosas le recuerdan la dulzura de Vrndavana… entonces, y sólo entonces, puedes contarle acerca de la angustia que traspasa nuestros desesperados corazones.

Este es mi mensaje, y tú debes transmitirlo exactamente como lo  escuchaste. Dile a nuestro amado: ‘¡Oh Señor de las gopis! Por favor escucha el mensaje que traigo de parte de Lalita, quien es la mejor amiga de aquella gopi a quien Tú amaste más que a todas las otras pastorcitas, cuando residías en Vrndavana. Ella ofrece sus respetuosas reverencias a Tus divinos pies de loto. ¿Recuerdas a Murari, aquella ternera a la que Tú alimentabas con hojas frescas y tallos de flores de loto?  Ella ha dado a luz su primer ternero y sus ubres están tan cargadas de leche que cuelgan más abajo de sus rodillas. ¡Cuán hermosa se ve! ¿Te acuerdas de la tierna plantita de madhavi que trajiste del bosque de árboles kadamba y sembraste debajo del árbol de mango, para que fuese su esposa y compañera para toda la vida? Hace poco era pequeña, apenas de un pie de alto, y sólo tenía dos o tres hojitas, pero ya ha crecido bastante. Sin embargo, desde que te ausentaste, derrama incesantes lágrimas de separación. Esas lágrimas se deslizan por su tronco en la forma de savia. Al ver su deplorable condición, nosotras también nos afligimos y lloramos amargamente.

Érase una vez un hermoso niño que nació del vientre de Madre Yasoda y se convirtió en la morada de la más intensa felicidad para las pastorcitas de Vrndavana. Pero otro niño nació del vientre de Gandhini para dar fin a las glorias de la tierra de Gokula. ¡Oh Shiva, Shiva, protégenos de ese malvado Akrura! ¡Oh Krishna!, al parecer, todos los demonios a los que Tú diste muerte han regresado uno a uno. Parece como si Aristasura, después de sacudir sin clemencia a las gopis de ojos hermosos, las ha lanzado hasta el propio borde de la calamidad. Trinavarta ha regresado como la hierba que cubre los jardines donde el Señor efectuaba Sus amorosos pasatiempos. Esos mismos jardines, otrora florecientes, ahora están yermos y desolados. También Vyomasura ha regresado para convertir toda el área de Vrndavana en un inmenso vacío. ¡Oh Krishna! Bajo ninguna circunstancia debes venir a Vrndavana, porque los árboles se han vuelto letalmente venenosos y toda el área se ha tornado muy peligrosa. De no ser así, ¿cómo se explica entonces que las gopis caigan inconscientes, simplemente por respirar el aire de Vrndavana? No hay duda de que los vapores tóxicos son los responsables. ¿Qué otra causa podría haber?

¡Oh Yadhunatha! ¡Oh Krishna! Nosotras somos simples aldeanas y por lo tanto no deberías perder Tu tiempo pensando en nosotras, cuando todas las princesas de Mathura están a Tu servicio. Atrás quedaron aquellos días cuando deambulabas de noche por los bosques, recorriendo furtivamente el camino hasta nuestros hogares para encontrarte con nosotras, o simplemente para vernos desde lejos. ¡Oh Señor!, no te reprochamos por habernos abandonado, porque las personas de matiz oscuro como Tú rara vez se despojan de su naturaleza engañosa. Considera el caso de los cuclillos: el cuervo los  cría desde su incubación, pero tan pronto como sus alas se desarrollan y pueden volar, se olvidan para siempre del cuervo, otrora su querido bienhechor.

¡Oh Señor de Vrndavana!, ya concluí mi preámbulo. Ahora escucha acerca del drama que incluso en estos momentos se desarrolla en esa tierra. Pero antes, déjame hacerte una pregunta: ‘¿Alguna vez te recuerdas de estas dos sílabas tan desafortunadas: “Ra” y “dha’?

 

¡Oh Krishna!, Tú solías tener mucho apego por el familiar entorno de Govardhana y Tus actividades en sus cuevas y bosquecillos. Lo que más dolor me causa es ver como todos deambulan por allí, comentando sobre la desgracia de esa gopi a quien parecías tener en alta estima. Ahora, esa misma gopi ha sido relegada a la posición de una mujer común y corriente. ¡Oh, el más ilustre entre los Yadus! La bella Radha no podrá seguir viviendo si Tú continúas olvidado de Vrndavana. Ella piensa que si la muerte no la favorece pronto, será muy doloroso pasar Sus días mirando el encantador paisaje que anteriormente fuera la morada de Su alegría, y que ahora, en Tu ausencia, se ha convertido en la fuente de un suplicio interminable. Como la muerte se niega a favorecerla, las lágrimas de la dulce Radha han originado un turbulento río, cuyas olas son más fuertes que las del Yamuna. Al ver este fenómeno tan extraordinario, Yamaraj, el hermano mayor de Yamuna, se ha llenado de envidia y por eso no complace a Srimati Radharani, aun cuando ella le implora una y otra vez: ‘¡Oh Señor de la Muerte, por favor apiádate de mí! ¡No deseo vivir ni un instante más!

Cuando nuestra queridísima amiga Sri Radha vio por vez primera Tu forma de indescriptible belleza, mientras efectuabas diversos pasatiempos, de inmediato perdió la sensatez para distinguir entre lo que era beneficioso o perjudicial para Ella. Tal como una mariposa nocturna vuela presurosa hacia una llama, Ella se precipitó, impotente, en el abrasante fuego de Su amor por Ti, renunciando a toda esperanza de volver a ser feliz algún día. ¡Oh Krishna!, Tú eres para los residentes de Vrndavana lo que la luz de la luna es para las flores de loto: ¡la vida misma! Sólo puedo decirte que Radharani es víctima de su propio desatino, porque hasta ahora no ha sido capaz de erradicar del corazón los recuerdos causantes de Su tristeza. Ella misma se ha buscado todas sus aflicciones. ¡Tan desafortunada es su condición!

 

Ahora Kubja disfruta libremente y sin preocupación alguna, del placer de vivir en Tu corazón. ¿Hay alguien que pueda considerarse más afortunada que ella? Por alguna razón incomprensible, Mi candorosa amiga Sri Radha se ha visto privada del resultado de todas Sus actividades piadosas y ahora Ella no puede entrar, ni por un instante, en la divina  morada de Tu corazón.

 

¡Oh destructor del demonio Mura! La bellísima Radha se desmaya cuando escucha el silbido de los bambúes cimbrándose a merced del viento, porque le recuerda el sonido de Tu flauta. Los mayores se sienten desconcertados e indagan la causa de Su quebranto. Algunos temen que esté poseída por los espíritus y otros creen que fue mordida por una cruel serpiente. Éstos últimos no están lejos de la verdad, porque Akrura es como una cobra venenosa. Otros piensan que sufre de convulsiones, pero nadie sabe a ciencia cierta lo que le ocurre.

¡Oh Krishna, de incomparable belleza! Para los hambrientos ojos de este mundo, Tu divina forma es como la miel. Tú te marchaste a Mathura hace ya mucho tiempo y Radharani está muy ansiosa porque no ha recibido noticias Tuyas. Últimamente, nuevas olas de temor danzan constantemente en las más recónditas recámaras de Su mente.

¡Escucha! Voy a relatarte como transcurren sus días. A veces, con la esperanza de recibir consejos que la ayuden a propiciar Tu regreso, Sri Radha le ofrece respetos a los sabios cuyas palabras son aceptadas como infalibles. También intenta complacer a los místicos que  conocen diversos hechizos, para que le otorguen un mantra que te haga regresar. En ocasiones, Ella sirve humildemente a aquellos que conocen la ciencia de las pociones mágicas, con el único propósito de recibir su ayuda. También implora continuamente a la Madre Parvati para que le otorgue la bendición de volver a verte.

¡Oh Krishna!, debido al desequilibrio que le ha ocasionado Tu ausencia, esa pobre muchacha no encuentra en este mundo nada que la atraiga. ¡Oh, enemigo de Kamsa! Mi más querida amiga pasa Su tiempo en los alrededores de Nandisvara, adorándote. Ella continuamente te recuerda como el protector de los animales de Vrndavana y como el héroe que lleva en Su cabeza una hermosa pluma de pavo real. Te recuerda también como aquel seductor cuyos juegos caprichosos incrementan el deseo amoroso de todas las mujeres; como aquel cuya forma es más bella que las nubes de lluvia recién formadas y que siempre se deleita con nuevos pasatiempos amorosos, divinamente trascendentales. Ella sólo anhela tenerte nuevamente a su lado. Es lo único que implora, ya sea a Ti, al Señor Shiva, o a cualquier otro Dios que pueda complacer su deseo.

Radha está perturbada a tal extremo, que dibuja en el piso una cautivante imagen Tuya, usando como pintura el jugo del árbol tamala. Luego, se abraza al cuello de esa imagen como si Sus brazos fueran enredaderas y por último, cae al suelo inconsciente. ¡Ay! Ella ya no puede distinguir entre la realidad y lo imaginario. ¡Oh Krishna!, el recordarte constantemente ha hecho que Radharani pierda por completo el sentido, a tal grado, que a veces piensa que Ella es Krishna. Aún así, el fuego de la separación no cesa de abrasarla. Este sufrimiento tan insoportable no la abandona ni un instante! Aunque Tú cruelmente la has lanzado sobre una montaña de sufrimiento, Radharani sigue pensando en Ti y en Tus actividades trascendentales. La más casta y perfecta entre las mujeres piensa que Tu corazón debe estar destrozado por estar separado de Ella y Su propio corazón se rompe cada día más y más.

¡Oh destructor de Kamsa! Desde que nuestra dulce amiga Sri Radha escuchó decir que Tú te revelas a quienes practican la meditación, quedó absorta en un profundo trance yóguico. Ella se está preparando para realizar las más rigurosas austeridades, pensando que de ese modo Tú la favorecerás y te presentarás ante Ella. ¡Oh Krishna!, todas las asociadas de nuestra amiga Sri Radha están sumamente afligidas, porque Ella permanece siempre inmersa en el mar de lágrimas que Sus ojos derraman cuando grita Tus nombres: ‘¡Oh Murari, Oh Mukunda, Oh Hari, Oh hijo de Nanda!’ Radharani también glorifica Tus cualidades. Ella canta: ‘¡El matiz de Su cuerpo es idéntico al de los lotos azules que florecen en las aguas del Yamuna! ¡Él es el deleite del hogar de Nanda y la joya más preciada entre los dioses.’

¡Oh Krishna!, El abrasante fuego de Tu separación está quemando el bosquecillo del cuerpo de Sri Radha. Las llamas han rodeado al cervatillo de su vida y amenazan con devorarlo. Para colmo de males, ese inclemente cazador llamado Cupido ahora dispara sus flechas, una y otra vez, contra ese pobre cervatillo. Las circunstancias se han vuelto tan devastadoras que el cervatillo no permanecerá por mucho tiempo en el bosquecillo del cuerpo de Radha. A lo sumo le restan un día o dos. Si deseas verla otra vez, tienes que ir de inmediato. ¡No hay tiempo que perder!

 

Ahora Radhika se ha rendido por completo al Señor Shiva, cuyo cuerpo es blanco como la espuma del océano de leche, y quien lleva la luna en su cabeza como una corona. Puesto que el Señor Shiva sojuzgó a Cupido, también puede impedir que ese despiadado le inflija más sufrimiento a Sri Radha. Sólo Tú, por alguna razón, continúas atormentándola constantemente para Tu propio disfrute. ¡Oh joya de la dinastía Yadu! Tú no conoces la intensidad de los sentimientos de las pastorcitas de Vrindavana; y nosotras no sabemos qué clase de magia nos hace seguir amándote a pesar de que eres tan cruel con nosotras. Tu amigo Uddhava, quien desde su niñez fue considerado virtualmente loco, debido a su profunda e ininterrumpida absorción en su amor por Dios, quiso mitigar nuestro sufrimiento a través de numerosas enseñanzas espirituales extraídas de las escrituras. Pero, francamente hablando, esas palabras sólo acrecentaron la angustia de la bella Radha. Ese Uddhava, quien es un fiel seguidor de su maestro Brhaspati, ahora ostenta el cargo de primer ministro en la corte de la Dinastía Yadu. Por otra parte, nuestra amiga Yamuna es la hermana de Yamaraja, el Señor de la Muerte. Por causa de su particular posición, ninguno de los dos se preocupa ya por defender nuestros intereses. ¡Oh Señor de los Yadus! No conocemos a nadie más en Tu corte que pueda narrarte apropiadamente el dolor que aflige a Radharani al verse separada de Ti.

En Su agonía, la bellísima Radha palidece y cae al piso una y otra vez, lastimándose tanto externa como internamente. Ella se aferra a grandes esperanzas que hace tiempo deberían haberse cumplido, y ya no siente interés por nada. Ni siquiera le atraen las animadas conversaciones que solía sostener con Sus amigas. ¡Oh Krishna!, Tú eres como la luna. ¿Cuándo vendrás para revivir a Radha con el contacto de Tus pies, tal como la luna revive a los lirios con el toque de sus rayos?

¡Oh héroe!, durante largo tiempo mi amiga albergó la divina esperanza de reunirse contigo y sólo por eso hacía un esfuerzo para resguardar Su vida de incontables peligros y asechanzas. Pero como la esperada fecha de Tu llegada pasó en vano hace ya mucho tiempo, hasta la más tenue esperanza de esa unión la ha abandonado.

 

Ahora, Sri Radha contempla inmutable los retoños del árbol de mango, esperando que la muerte llegue sin demora. Antes, ni siquiera osaba mirar aquellas cosas que podían traerle recuerdos de Ti, Su bienamado; pero ahora los contempla, convencida de que acelerarán Su muerte. El fin de Radhika está muy cerca y Sus amigas ya ni siquiera tratan de salvarla, porque Cupido, inexplicablemente, se ha convertido en Su implacable enemigo y la atormenta de la manera más cruel. ¡Ya no podemos hacer nada para ayudarla! Al lado de Sri Radha, la de los bellos ojos de lotos, sólo permanece una amiga que se esfuerza por salvar Su vida, y es la esperanza de que Tú regreses algún día.

¡Oh Krishna! ¡Oh experto disfrutador de la danza rasa! Si en verdad has abandonado a Sri Radha, con quien viviste un amor maravilloso que a cada instante se tornaba más profundo, entonces, ¡maldito sea este copo de algodón que sostenemos cerca de Su nariz para comprobar si aún queda un hálito de vida en Ella!

¡Oh Mukunda! ¡Oh Krishna! No hay nadie en esta tierra que pueda narrar, de manera apropiada, los interminables balbuceos de Sri Radha en su delirante condición. Por favor, déjame repetir algunas de las cosas que Ella dice, para que puedan escucharlas Tus bellas orejas, exquisitamente decoradas con zarcillos en forma de delfín.

 

La bella Radha dice: “¡Oh Lalita!, cuando Krishna estaba en Vrndavana, Su inconmensurable y siempre creciente amor por Mí pronto me convenció de que los deberes religiosos que Yo había contraído con Mi esposo, eran totalmente insignificantes. ¡Cuán doloroso me resulta ahora saber que Él ya no me ama! Me siento avergonzada de que aún conservo mi vida en este cuerpo, el cual se ha convertido en una carga insoportable. No sé cuales palabras serán más efectivas para enviarle un mensaje. Si digo, ‘Te amo más que a Mí misma’, Él podría considerarlo pretencioso de mi parte. Si digo ‘No puedo vivir sin Ti’, sólo pondría en evidencia mi egoísmo y se desvanecerían las glorias del amor divino. Y si digo:‘¿Por qué no regresas a Vrndavana? Estaría revelando que nosotras pensamos en Él continuamente. ¡Oh Sakhi!, antes, cuando Krishna me amaba, estos  bosques me proporcionaban una alegría pura y desbordante. Estos árboles eran fuente de placer ilimitado para Mí. Pero ahora que Él se ha vuelto indiferente conmigo, esos mismos árboles sólo me producen dolor. Cuando el Señor ignora a Su devota, para ella la creación pierde todos sus atractivos. ¡Oh querida Lalita! ¿Volverá Krishna a separarme por la fuerza del grupo de doncellas de hermosos ojos, cuyos corazones, seducidos por las melodiosas notas de Su dulce flauta, desbordan de amor por Él? ¿Cuándo volveré a mirarme enloquecida de amor en los ojos de Mi Señor, cuyas hermosas cejas danzantes quebrantaron los votos religiosos de las castas doncellas de Vraja?

¡Oh, Mi amiga y bienqueriente!, ha pasado mucho tiempo desde que el travieso Krishna, ávido de disfrutar mi compañía, me encontró en una cueva de Govardhana, donde Yo, juguetona, me escondía de Él. De improviso, Krishna me sorprendió y me estrechó contra Su pecho, mientras Yo pretendía enojo. Por último, centenares de rasguños en forma de media luna quedaron marcados en Mis pechos.’

Sri Radha continúa delirando: ‘Al llegar la dulce temporada del otoño, cuando el zumbido de las abejas se escucha por doquier en los bosquecillos pintados de plata por la luz de la luna, ¿Volveré a estrechar entre mis brazos a ese hermoso Krishna, mientras jugamos a librar batallas de amor en la guerra de Cupido? ¡Mi mente arde! ¡Cuán doloroso es esto! ¿Qué puedo hacer? En el inmenso océano del sufrimiento en el que he naufragado, no alcanzo a ver playas por ninguna parte.  Inclinando mi cabeza, yo te imploro. Necesito que alguien me diga cómo salir de esta situación, o que al menos me indique cómo desarrollar la paciencia necesaria para sobrellevarla. Si el corazón de Krishna se ha vuelto tan cruel que no le importa abandonarme, entonces que así sea. Él es libre de hacer lo que quiera. En lo que a Mí respecta, mí única esperanza es abstraerme en mis deberes matrimoniales, o que la muerte venga a buscarme. Pero no podría soportar que Él regrese a Vrndavana, a través de Mis sueños, y me arrebate por la fuerza en contra de mi voluntad. Que Él pueda comportarse de una manera tan inapropiada, causa en Mi mente una gran ansiedad.

Debes ir a Mathura sin demora e impedir que ese muchacho irresponsable actúe de semejante forma. ¡Oh amiga mía!, ve de inmediato, antes de que Él aparezca en mis sueños y en un arrebato de pasión amorosa comience a desatar las campanillas que adornan mis caderas.

Sumergiéndose en ese humor cada vez más, la dulce Radharani exclama: ‘¡Escucha! Y por favor, no pongas en duda mis palabras, pensando que estoy loca. Te voy a confiar lo que directamente he experimentado. Krishna no sólo se presenta en mis sueños. ¡Debes creerme! Yo misma me impresioné sobremanera cuando vi que tu amigo Krishna se presentó, inesperadamente, en los bosquecillos cercanos a la Colina de Govardhana y exhibió Su maestría en el trascendental juego del amor. Yo rehuí Su contacto y traté de escapar, adentrándome en lo profundo del bosque, donde estaba oscuro y no podría verme. Para mi desventura, el tintineo de las campanillas de Mis ajorcas le revelaban mi posición. Entonces, temiendo que me encontrara, Yo apresuraba el paso, pero sólo lograba que las campanillas sonaran cada vez más. Finalmente Me encontró y se acercó a Mí graciosamente con la intención de tocarme. Era tanta Su avidez que los ojos le brillaban llenos de excitación. Ni siquiera notó que la flauta se le había caído de las manos. ¡Oh Sakhi!, Como ya no pude escapar de Él, me cubrí con una enredadera de lindas flores y temblando, le dije: ‘¡No me toques, demonio!’ Entonces tu amigo rompió a reír. Con actitud juguetona levantó mi rostro para besarme, con Sus labios tan rojos y esplendorosos como la fruta bimba. Yo había escondido la flauta en Mi trenza sin que Él lo notara. Temiendo ser descubierta, pretendí estar enojada y muy despacio comencé a caminar hacia la montaña; pero Él sujetó Mi cabello para impedir que me fuera. Al sentir la flauta entre Sus manos, Krishna exclamó: ‘¡Anjá!, te agarré, ladrona.’ Luego, me hizo Su prisionera y me llevó por la fuerza hasta una cueva cercana.’

Srimati Radharani continuó describiendo Sus pasatiempos. ‘En otra ocasión, mientras me encontraba en el bosque de enredaderas de flores madhavi, el impertinente Krishna se me acercó por la espalda y audazmente cubrió Mis ojos con Sus manos. Nerviosa,  intenté asir Sus dedos con mis manos para apartarlos y entonces Él desapareció sorpresivamente. ¡Oh Sakhi! No supe adónde fue a esconderse ese  engañador.’

 

Sri Radha cae en un arrebato de locura aún más profundo y dice: ‘Todos estos incidentes pertenecen al pasado. Ya hemos hablado de ellos más que suficiente. ¡Mira quien está frente a ti! Allí está tu amigo Krishna, decorando Su rostro con una sonrisa más dulce que la miel. Me ha lanzado una flor banduk de color carmesí. Con Sus brazos, fuertes como pilares, hace movimientos muy sugestivos, insinuando que vendrá a abrazarme en este mismo instante. ¡Oh, amiga mía!, no seas tímida. Levántate enseguida y ata a ese joven travieso con tu collar de perlas, antes de que escape y se vaya otra vez a Mathura .’

Sri Radha cae al suelo desmayada, vencida por la intensidad de las emociones que surgen de Su amor cada vez más expansivo. Al ver la escena, Sus amigas lloran desconsoladas. ¡Ay, un intenso dolor me invade al percatarme de la dureza de mi corazón! Desde los días de nuestra niñez, siempre aconsejé a Sri Radha hacerse la difícil de alcanzar y mostrar indiferencia hacia Ti. ¡Oh Señor!, Tú eres el maestro de las gopis en el arte del amor. Por mi culpa, Ella nunca pudo disfrutar plenamente del abrazo de Tus bellos e impecables brazos, aun cuando Su corazón jamás anheló otra cosa desde la primera vez que Te vio. Ahora ardo en deseos de abanicarla con un manojo de hojas frescas, mientras Ella reposa feliz y duerme plácidamente entre Tus brazos, en la encantadora glorieta, rodeada de jardines, donde llevas a cabos Tus divinos pasatiempos amorosos con Ella. La brisa transporta la fragancia de los lotos del Yamuna y se mezcla con el dulce aroma de las flores madhavi que decoran Sus largos cabellos.  ¿Cuándo podré servirle de esta manera?

Ocultándome en las cercanías, contemplaré a la bella Radha rebosante de felicidad, después de haber pasado la noche otoñal en trascendentales juegos amorosos contigo, en los contornos del bosque de Vrndavana. Las flores que adornaban Sus cabellos están marchitas y deshechas, y Sus brazos se enroscan cual enredaderas alrededor de Tus hombros. Al verles así, reiré llena de felicidad.

 

¡Oh! Cómo anhelo el día en que pueda decirle a Sri Radha: ‘Sakhi, voy a recoger flores en aquellas campiñas. Por favor, ve adelante hasta las orillas del río. Allí hay muchas plantas de Tulasi y podrás recoger sus hojas y flores en abundancia.’ En realidad, estaré enviándola al lugar donde Tú te has escondido. ¡Oh amante de las gopis!, en ese encuentro, ambos podrán satisfacer plenamente  todos los  deseos de sus corazones.

¡Oh cisne amigo!, después de exponer todos estos mensajes a los pies de loto de nuestro amado Señor, debes ofrecer nuestros respetos y complacer a todos Sus asociados íntimos, como son los ornamentos y las prendas que adornan Su cuerpo, porque ellos son receptáculos de Su excepcional amor y misericordia.

 

¡Oh amante de los cisnes hembras! Primero deberás hablar con la guirnalda de flores silvestres que tan encantadoramente decora Su pecho. Después preguntarle como se encuentra, deberás decirle lo siguiente: ‘¡Oh insigne guirnalda! ¿Acaso ya te olvidaste de Sri Radha, cuyos hermosos ojos semejan los de una cervatilla?  Por largo tiempo Ella fue tu compañera, cuando Krishna, el enemigo de Kamsa, la estrechaba fuertemente contra Su pecho. ¡Oh guirnalda fragante! Tú eres muy experta en los asuntos amorosos. ¿Acaso no recuerdas aquella vez, en Govardhana, cuando mi amiga Radha, indignada con la infidelidad de Señor de Gokula, te asió con Sus manos y te haló con tanta fuerza, que los ojos de Krishna se agitaron llenos de temor y la pluma de pavo real que adornaba  Su cabeza, cayó al suelo?

Luego, deberás dirigirte a los zarcillos en forma de delfín que adornan las orejas de Krishna, diciéndoles: ‘Ustedes son tan afortunados que no hay necesidad de preguntarles cómo se encuentran. Constantemente besan las sonrientes mejillas de Krishna y reciben Sus miradas de soslayo. ¡Cuánta fortuna! Con el corazón rebosante de amor, yo me refugio en ustedes, porque residen en los hermosos lóbulos de las orejas de Krishna, tan sinuosas como enredaderas. Cuando no veas un solo Vrishni en los alrededores que pueda escucharte, por favor susurra en esas orejas todos los sufrimientos que laceran a Radharani desde que se ha visto separada de  Él.

¡Oh el mejor de los cisnes! A continuación, dale un abrazo de mi parte a la joya Kaustubha, y luego, hablando con la debida humildad, exprésale: ‘¡Oh amiga mía! Al parecer te has olvidado por completo de Sri Radha, quien fuera tan querida para ti. Tú permaneces siempre sobre el pecho de Hari y quizás por eso te has vuelto veleidosa. Todos saben que no se debe  amar ni confiar en aquel que es inconstante. ¡Oh joya de los dioses! Puesto que tú resides en el pecho de Krishna, indudablemente conoces Su corazón. Por eso te pregunto: ¿Volveremos a ver Su impetuosa danza en las orillas del Yamuna y a escuchar Su incomparable destreza en la flauta, acompañado del tintineo de las campanillas que adornan las caderas y los tobillos de las gopis, cuando ellas danzan?

¡Oh caracola!, tú eres una recién llegada y no conoces a las gopis. Por consiguiente, no tienes ni la más leve idea de las glorias de Srimati Radharani. Aún así, quiero informarte de la lamentable condición de esas desafortunadas gopis, y apelo a ti, con la esperanza de que tu generosa naturaleza te mueva a compasión. Aquellos que son compasivos como tú, suelen ser muy afectuosos con quienes están afligidos y desalentados. Tú has nacido del corazón del océano. ¡Oh, amiga! Por favor ven a visitar la tierra de Vrndavana y por supuesto, no olvides traer a Krishna contigo. A ti te encantaría residir allí. Por otra parte, ¿por qué ha de ser querida para ti la tierra de las vacas, si las glorias de la flauta son cantadas sin cesar en todas partes?’

Después de hablar con cada uno de los asociados íntimos del Señor, entonces, hermano cisne, habla con Él una vez más. Nárrale los pasatiempos de Sus diez encarnaciones con palabras dulces y amorosas, pero combinadas con una buena dosis de enfado.

Por favor dile: ‘¡Oh gran pez!, Mi amiga Sri Radha utilizó el gancho de Su corazón, ungido con la delicadeza del amor, como un anzuelo para capturarte… y lo lanzó en las aguas de Tu afecto. Pero Tú devoraste la carnada y el anzuelo y tiraste de la cuerda de la habilidad de Sri Radha hasta que la sumergiste en lo más profundo de esas aguas. ¡Ay de mí! ¿Qué hará ahora esa  pobre muchacha?

¡Oh Krishna!, Al ver tu atractiva figura y tus coqueteos, mi desafortunada amiga se acercó a Ti, curiosa y enardecida a la vez.  Sin embargo, de inmediato escondiste Tus bellas extremidades y mostraste un duro caparazón, tal como lo hace la tortuga. ¿Acaso piensas que semejante comportamiento es apropiado?

 

¡Oh enemigo de Kamsa!, también te comportaste como un jabalí cuando tomaste para Ti a Kubja, quien no es más que una sirvienta de baja clase. Cuando ella llevaba pasta de sándalo para el malvado Rey Kamsa, Tú la estrechaste contra Tu corazón y la convertiste en Tu esposa, tal como lo hicieras en Tu encarnación del jabalí, cuando sacaste a la Tierra del barro en el fondo del universo y la hiciste Tu esposa.

Aunque ha pasado mucho tiempo desde que apareciste en Tu forma mitad hombre y mitad león, y llevaste a cabo pasatiempos sumamente asombrosos, aún conservas la naturaleza de esa encarnación. En aquel entonces dispensaste tu favor a Prahlada, pero con otras personas fuiste extremadamente cruel y desgarraste sus corazones. Así mismo, en esta oportunidad, has demostrado un gran afecto por Akrura, mientras simultáneamente desgarras los corazones de las gopis y las abandonas de  manera  despiadada.

 

¡Oh Señor Vamana!, así como Bali desoyó las instrucciones de su Guru, Sri Radha desobedeció los deseos de Sus mayores, convencida de que Su amor por Ti era lo suficientemente poderoso y que Tú le pertenecías. Por eso Ella se entregó a Ti sin reservas, junto con el reino de Su mente. Tal como Vamana encadenó a Bali y lo exilió en los planetas inferiores, Tú aprisionaste a Radharani con los grilletes del amor insatisfecho y la lanzaste al desierto de la separación de Ti.

 

¡Oh Krishna!, mi amiga Sri Radha quiere suicidarse saltando desde lo alto de una montaña, porque Tú eres muy cruel con Ella. Tus actividades son muy difíciles de comprender, puesto que incluso has olvidado a tu propio padre, Nanda Maharaj, quien es tan querido para Ti. ¡Oh Señor! Me temo que has entrado en el humor de Tu encarnación de Bhrigupati, el Señor de la dinastía Bhrigu. Piensas que Radharani quiere conquistar Tu ciudad capital y por eso eres tan despiadado con ella. Las actividades que llevaste a cabo en esa encarnación también son muy difíciles de comprender, porque incluso abandonaste al Señor Shiva, Tu propio Guru, cuando el Señor Ramachandra te derrotó  y no pudiste conservar el arco que Shiva te había regalado.

¡Oh Señor de Radha! Ahora que te has marchado de Vraja, las vacas están agobiadas por diferentes clases de miserias, ¿será obra del demonio Dasana, a quien Tú diste muerte en tu encarnación de Rama? Parece como si los alrededores de Govardhana se estuviesen secando, ¿acaso han sido asolados por la naturaleza de Khara, el hermano del malvado Ravana? Muy pronto la tierra de Vraja se verá privada de Srimati Radharani, quien está muriendo por causa de Tu separación, ¿será que la tierra ha sido subyugada por Viradha, aquel otro demonio a quien Rama dio muerte? Una gran plaga danza sobre la otrora alegre tierra de Vraja, ¿o será que el demonio Maricha está desplegando su aterradora danza? ¿Cómo puedes permanecer indiferente cuando todos esos demonios, a quienes Tú destruiste con tus propias manos, ahora danzan con deleite porque no estás presente?

 

¡Oh Señor que sostienes un arado en Tu mano y disfrutas de placeres ilimitados! Este es el momento apropiado para que realices una vez más Tu danza rasa. Aún no hemos perdido a Radharani, quien es la causa primordial de Tu disfrute en esa danza. Ella todavía se mantiene con vida. ¿Por qué no vienes a Vrndavana y traes el esplendor del cielo otoñal que irradia Tu cuerpo?

¡Oh Buda, Señor omnisciente! Tú que siempre te muestras misericordioso con todos, ¿por qué no le concedes Tu favor a Srimati Radharani, quien no tiene más apego que Tú? Ella es enemiga del dios de la lujuria y se opone a cualquier cosa que interfiera con la conquista de Su objetivo más deseado: permanecer absorta meditando en Ti.

¡Oh Kalki! Ven aquí y con la espada de Tus miradas de soslayo, corta de raíz el ingrato sufrimiento que nace de la separación de Ti. Ven y muestra Tu amor por los pastores de vacas. Haz de la tierra de Vrndavana un lugar donde Radharani vuelva a ser feliz.

¡Oh gran cisne, señor de los pájaros! De este modo, debes repetir ante Krishna todos estos mensajes de amor, con tu rostro y tu cuerpo bañados por las lágrimas que manarán de tus ojos sin cesar. Luego, con la cabeza baja, fija tu mirada en Sus pies de loto y con suma atención aguarda a que Él te de su respuesta.

 

¡Oh rey de los cisnes!, no pierdas ni un solo instante. ¿Acaso no sabes cuán rara es la oportunidad de ver al hijo de Nanda Maharaja? Vete sin demora. Las gopis son la gloria del mundo, ¿no crees que debería hacerles este pequeño favor? Sólo te llevaría unas pocas horas. Por favor hermano, no dudes ni te detengas. ¡Oh seductor de los cisnes hembras! Tu mente siempre está atenta para apreciar los más sutiles detalles en los tratos amorosos trascendentales. Eres muy sensato y sabio, porque aunque la leche esté mezclada con agua, tú tienes la singular habilidad de extraer solamente la leche. Ahora yo te pregunto: ¿Te parece apropiado retrasarte en una gestión romántica de tanta importancia, como es ir a Mathura para hablarle a Krishna de parte nuestra?

¡Todas las glorias sean para mi Maestro Espiritual! Así como Sukadeva Muni se dedicó desde su niñez al estudio del Srimad Bhagavatam y fue un devoto exclusivo del Señor Krishna,  similarmente mi Maestro Espiritual permaneció indiferente a los placeres materiales del mundo y fue plenamente consciente de la dulzura de una vida consagrada a la devoción por Dios. Mi Divino Maestro es el más prominente entre los eruditos que estudian los aspectos esotéricos de las escrituras sobre las relaciones de amor conyugal entre Radha y Krishna. ¡Todas las glorias para mi Maestro Espiritual, quien es conocido en todo el mundo con el nombre de Sakar —Sanatana Gosvami!

Este glorioso poema narra los más confidenciales e insondables pasatiempos de Krishna. Las personas sensibles que conocen acerca de estos asuntos trascendentales jamás criticarán los méritos de este trabajo, ni las actividades del Señor, quien es el único amigo verdadero de todos. A Él le dedico este breve poema, con la esperanza de que sea para Él una fuente de deleite inagotable y siempre creciente.